martes, 17 de septiembre de 2013

¿Cómo sanar el intestino?



Entre más información encuentro, más me convenzo que muchas enfermedades tienen su origen en el intestino (¡nuestras abuelas tenían razón! y esa doctora naturista que siempre recomendaba una limpieza intestinal ante cualquier enfermedad je je je...) Enfermedades como lupus, artritis reumatoide, diabetes tipo I, enfermedad celiaca, todas esas tienen un origen en común. La creciente permeabilidad del intestino.



Pero entonces, eso lo hace muy sencillo, ¿no? Si me quiero curar, sólo es cuestión de sanar mi intestino, tapar los microagujeros que se hicieron y ¡voilá! problema resuelto.

Ehm... Sí... ¿Y por dónde empiezo? Ahí es el meollo del asunto y es cuando surge la gran pregunta:

¿Qué hago para sanar mi intestino?

Imaginemos esta escena:  metemos la mano en una cubeta con un abrasivo, de esos que se usan para quitar el cochambre de la cocina, y comenzamos a limpiar. Después de un ratito, nos empieza a doler y a quemar. Se nos pone roja la mano y se empiezan a ver las primeras ronchas. Obviamente, queremos que nos deje de doler y curar la quemadura... El primer paso lógico es eliminar todo rastro del abrasivo, ¿no? Alejarnos de lo que nos está haciendo daño. (Y enjuagar y enjuagar... Y enjuagar otra vez) Ya después nos pondremos algún ungüento para aliviar el ardor y acelerar la cicatrización...

Pero lo primero, es alejarse de la sustancia dañiña. O, en este caso, las sustancias dañiñas.

Vámonos a términos prácticos. ¿Qué es lo que hay que hacer para dejar de atacar a nuestro intestino y que empiece a sanar?


Básicamente, NO COMER: granos y cereales, lácteos, leguminosas, aceites vegetales modernos, azúcar refinada y comida procesada.


Vaya, abrumador, lo sé. (O sea Ivonne, ¿no te basta con que deje de comer pan y tortillas, quieres que además deje el queso, los frijoles, el azúcar y las papitas?  - Sí. Eso es lo que acabo de decir.) 



Sobre las razones de todo esto seguiré ahondando en otros escritos, pero como me urge que sepas qué es lo que hace daño y qué no, describo brevemente las razones:


¿Granos y cereales? O sea, ¿no trigo, maíz, arroz, amaranto ni (inserte el grano de su preferencia aquí)?  Nop, nada. Contienen lectinas en grandes cantidades, como el gluten en el caso del trigo, la avena, el centeno, zeínas en el caso del maíz, hordeínas en la cebada (una forma de gluten), etc. En todos los casos, estas lectinas promueven mayor permeabilidad del intestino, por lo que es completamente necesario eliminarlas.

¿Y la leche por qué no? En primer lugar, imagínense bebiendo leche de su fuente natural: la ubre de una vaca. (¡Guácala! Me dieron ganas de vomitar sólo de imaginarlo...) Somos el único ser vivo que bebe leche de otro animal. Y los únicos que siguen tomando leche en la vida adulta. La leche (y sus derivados), están especialmente diseñados para hacer el intestino permeable a los anticuerpos y las hormonas que la madre le está dando a su bebé.  Por lo tanto, es un No y No. Ni queso, ni yogurt. Fuera lácteos.

¿Leguminosas? (¡Noo! ¡mis adorados frijoles!) Pues sí, malas noticias. Las leguminosas también contienen un gran contenido de lectinas y saponinas, como un método de defensa para evitar que sean comidas por insectos o por nosotros. Son plantas bebé, con sus sofisticados y sutiles mecanismos de defensa. Esto incluye frijoles, habas, lentejas, cacahuates, soya, garbanzos... todas las leguminosas que se te ocurran. Totalmente descartados.

¿Aceites vegetales modernos? (¿Pero no que son muy saludables?) Ah... ¿por dónde empiezo? Todo lo que hayas escuchado acerca de los beneficios del aceite de canola, soya, maíz, girasol y (inserte otro aceite vegetal moderno) está mal. Equivocado. Información errónea y dañina. Estos aceites están terriblemente alejados de ser naturales. Son los productos de desecho del procesamiento de los vegetales en cuestión, que a las compañías se les ocurrió la fabulosa idea de vendernos como saludables. Pero no lo son. Promueven la inflamación a lo loco. En vez de cocinar con aceite de soya, cocina con aceite de coco, con manteca de puerco, de res o de algún otro animal cuando necesites freír algo. Utiliza aceite de oliva o de aguacate (extra vírgenes) para uso en frío.

¿Azúcar refinada? Húyele como si fuera el diablo. Nada de azúcar blanca, glass, ni edulcorantes de ningún tipo (o sea sacarina, maltosa, aspartame, sucralosa, estevia, etc, etc). Nuestro cuerpo no está hecho para consumir azúcar, está hecho para extraer los carbohidratos de las verduras que comemos... si le damos azúcar lo sacamos de su equilibrio. Nada de dulces, entonces.

¿Comida procesada? Para nada. ¿Alguna vez te has puesto a ver las etiquetas de los productos? Mi regla de oro es: si viene empacado en bolsa, lata o caja (o algún otro empaque), no me lo como. De lo que se trata es de evitar todas las sustancias tóxicas y lamentablemente, la industria alimenticia nos retaca de ellas.


Ahora, sé que suena como muchos cambios, pero realmente no es tan difícil como parece. A este modo de comer (no granos, cereales, lácteos, aceites vegetales modernos, azúcar, ni comida procesada), se le llama dieta paleolítica.
Lo divertido (y más genial del asunto), es que yo no sabía que se llamaba así hasta mucho tiempo después de que empecé a comer de esta forma. Yo simplemente hice una investigación con mi propio cuerpo, poniendo atención a qué comidas le gustaban, cuáles le hacían bien, cuáles le hacían daño y cuáles me hacían salir corriendo al baño. Y resulta que esa información ya la habían juntado otras personas antes. No dije desde el principio el nombre de este estilo de comer desde el principio, porque no quiero que se quede con la etiqueta de que la dieta paleolítica es "comer como comían nuestros antepasados". No. Para mí, la dieta que sigo es aquella que promueve la óptima salud de todo mi organismo. Si en algún momento encuentro que los frijoles o el arroz son beneficiosos para mí, los comeré todos los días. Pero no lo son.

¿Dónde puedo encontrar más información acerca de esta dieta? Personalmente, me encantan los artículos de Sarah Ballantyne y Chris Kresser. Lo malo es que están en inglés... Pero no hay por qué apurarse, seguiré escribiendo la información que reúno como ardillita, digerida, traducida, mejorada y aumentada. A fin de cuentas, mi propósito es que puedas volver a despertar en las mañanas llena de energía, sin dolor. Que los días malos sean solamente un mal recuerdo.

Un beso,

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